Está siendo una de las obras de ingeniería más costosas y complicadas que se están desarrollando en España.
Hablamos del "Puente de La Pepa", un puente que cruzará la bahía de Cádiz.. Será el segundo puente que lo haga, después del Puente Carranza, y uno
de los puentes de mayor altura en Europa con un gálibo de 69 metros y
3,15 kilómetros de longitud total. Será un puente atirantado con unas
torres que tendrán 180 metros de altura. Dará acceso a la ciudad de
Cádiz desde el continente, en el término de Puerto Real, convirtiéndose
en el tercer acceso a la ciudad, junto con el istmo a San Fernando y el
citado Puente Carranza. Será un puente de gran capacidad de
comunicaciones, con tres carriles de autovía por sentido y dos vías
férreas, por las que transitará el Tranvía Metropolitano de la Bahía de
Cádiz.
El proyecto fue redactado por Javier Manterola. Las obras arrancaron a
finales de 2007 y se esperaba que el puente pudiera ser inaugurado a lo
largo del 2012, para la celebración del Bicentenario de la Constitución
española de 1812 redactada en Cádiz, popularmente conocida como La Pepa.
Sin embargo, debido a los recortes en obra pública obligados por la
crisis económica actual, el puente no entrará en servicio hasta 2014.
Cuando el pasado 15 de noviembre los líderes de toda Hispanoamérica
llegaron a Cadiz para celebrar la XXII Cumbre iberoamericana lo primero
que se encontraron fue el esqueleto de un gigantesco puente varado en
mitad de la bahía. Era el llamado puente de la Pepa, una superestructura
que debía estar acabada y en funcionamiento para esa misma cumbre e
iba a ser el escaparate en el que la España del nuevo siglo iba a
mostrarse al ante una veintena de jefes de Estado.
Al final lo único que enseñó fue 37 pilas de hormigón semisumergidas en
la bahía de Cádiz y rodeadas de la más absoluta desolación. El caso de
Cádiz no es el único en España. Por todo el país se amontonan las
grandes obras públicas inconclusas. Algunas se encuentran ya
virtualmente abandonadas mientras otras avanzan a una lentitud
exasperante y sometidas a parones continuos a causa de los reiterados
impagos por parte de las administraciones públicas.
En este macroproyecto se han dado cita todos los elementos habituales
en este tipo de chapuzas: megalomanía inicial, posterior improvisación,
intereses electorales, impagos, descuadres presupuestarios y acusaciones
cruzadas entre los políticos de distinto signo.
El puente de la Pepa iba a ser –y tal vez lo sea algún día– el mayor
puente de España y uno de los más espectaculares de Europa. Un puente de
diseño salido del estudio de Javier Manterola. Cinco kilómetros de
longitud total con un vano de 540 metros y un gálibo de 69 metros para
permitir la navegación de barcos océanicos. Sólo las dos torres
principales, ya concluidas, tienen 180 metros de altura (23 más que la
Torre Picasso). Una vez en servicio podrá albergar una autopista de seis
carriles y una vía férrea de doble sentido. Todo un Golden Gate a la
española.
Pero el proyecto llegó tarde, tanto como 2008, cuando el país ya se
deslizaba pendiente abajo y sufría los embates de la crisis. Construirlo
fue un empeño personal de Zapatero, que se disponía a presentar los
Planes E y estaba en aquellos momentos convencido de que las obras
públicas nos sacarían de la crisis. El proyecto era anterior, de 2005,
un momento en el que todo gasto parecía posible. Para 2010 tendría que
estar inaugurado y en 2012 sería la estrella de la cumbre Iberomericana.
Ni una cosa ni la otra.
El puente no tardó en darse contra el muro presupuestario. En 2010, sólo
dos años después de iniciada su construcción, las obras se detuvieron
repentinamente. El parón se debió a un impago por parte de Fomento.
Durante el verano de aquel año la constructora ACS anunció que
paralizaría su actividad para presionar al Gobierno para que liquidase
varias mensualidades que le adeudaban.
El puente quedó durante año y medio congelado en el tiempo. En función
de las necesidades de los políticos locales se reactivaban
periódicamente las obras, como cuando Manuel Chaves se presentó antes de
las generales para asistir al “empujado” del tablero y decir a los
cuatro vientos que el puente estaría operativo para 2012. Y ahí se quedó
la cosa hasta que, meses después, Dragados anunció que frenaba la
construcción del tablero por nuevos impagos.
En Cádiz se lo tomaban con humor y resignación. Las chirigotas de
carnaval dedicaban canciones a las obras y la prensa local titulaba con
sorna que habían necesitado un año para “empujar” 200 metros de tablero.
Al final, cuando llegaron los presidentes hispanoamericanos se
encontraron un paisaje muy parecido al de hace dos años. Una hilera de
solitarias pilas atraviesa la bahía de lado a lado. Nadie, por lo demás,
sabe cuando se inaugurará el puente. Quizá en 2013, o en 2014… o cuando
tengan a bien terminarlo.
Los retrasos en el puente de la Pepa han ido parejos a los incrementos
en su coste. En 2007 se presupuestaron 272 millones de euros. Una
cantidad respetable que ha terminado quedándose pequeña al lado de los
432 millones que se estiman a día de hoy. La obra se ha encarecido en
160 millones en solo cinco años, un 60%, 32 millones de sobrecoste al
año. Y aún le falta, en el mejor de los casos y suponiendo que se pongan
a ello con decisión, un año de construcción. El descuadre, como el
retraso, podría ser incluso mayor de lo previsto.
Spain is different !!!
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